viernes, 1 de abril de 2016

Factores psicológicos y aumento de peso


La primavera da paso a la entrada del calor y con él las ropas más ligeras, los días de playa y… las preocupaciones por el exceso de peso, muchas veces acumulado durante el invierno cuando la gente “se suelta”.
 
Como afecta el estrés en el peso.

El hecho de ser una persona nerviosa y de vivir un tipo de vida estresante, o sólo por el hecho de estresarse porque se está siguiendo una dieta y no se pierde peso, pude comportar el efecto “engorde”.

Cuando una persona se encuentra muy estresada secreta una cantidad muy alta de cortisol, también llamada hormona del estrés. El cortisol hace que el cuerpo acumule la energía necesaria para la respuesta al estrés, una respuesta que prepara al organismo, biológicamente, para la lucha y para la huida. En el caso que viviéramos en la selva nos sería muy útil, pero aquí dónde vivimos, si estos niveles son muy altos y mantenidos en el tiempo, además de comportar problemas para el sistema inmunológico, de fertilidad y óseos, también puede comportar un aumento de peso.

El cortisol afecta a la acumulación de grasa alrededor de los órganos y cuando esta hormona presenta unos valores altos la persona tiene muchas ganas de comer carbohidratos y grasas. Al no quemarse, ya que la persona estresada no gasta la energía acumulada que gastaría si huyera de un animal o de un peligro, éstos se van acumulando principalmente en el abdomen.

Al llegar la primavera, la persona estresada además de sufrir el estrés por no poder disminuir de peso, poco a poco va menguando su autoestima, creando una situación cada vez más angustiante, provocando más secreción de cortisol, más aumento de peso, menos autoestima, pudiendo llegar a deprimirse.

A tener en cuenta también que un aumento de cortisol orgánicamente favorece la aparición de depresiones o reincidencia en personas que tengan predisposición.

La psicología en relación a la obesidad

Los factores psicológicos tienen mucha importancia en el control de la sensación de saciedad. También es importante tener en cuenta los problemas que puedan presentarse como consecuencia de un cambio en la imagen, el problema de la distorsión que presentan personas con un leve exceso de peso.

De la misma manera que hay personas que son muy benevolentes consigo mismas, la amplia mayoría son excesivamente autocríticas y, presentando un peso normal se encuentran involucradas en una dura lucha contra el aumento de peso.

En este sentido también es importante la evaluación del monólogo interno, de los pensamientos y las frases que la persona se dice a sí misma y que la puede llevar a comer en exceso. También son importantes analizar los pensamientos negativos cuando se ha dado un atracón.

Cuidado con frases y pensamientos de este estilo:

-          En referencia al “tengo que”: Tengo que perder peso cada semana.
-          El “todo” y el “nada”: No he podido evitar comer dulces, ahora que más da, me los como todos.
-          El fatalismo: No creo que este tratamiento funcione en mí.
-          El “no puedo”: No puedo dejar de comer entre horas.
-          Las excusas: Mañana empezaré.
-         La sobregeneralización: ante un día que no se respeta la dieta uno se dice a sí mismo, “nunca cumplo con la dieta”
-          Las etiquetas: No tengo fuerza de voluntad. No he podido nunca.

Factores de riesgo psicológico implicados en la obesidad.

Existen una serie de factores de carácter psicológico que predisponen a las personas a que tengan facilidad para ganar peso. Muchos de esos factores pasan desapercibidos para la persona y se encuentran que ganan peso y no saben porqué. Estos factores son:

1.- No saber afrontar, o hacerlo mal, situaciones que provocan frustración o ansiedad.
2.- Una autoestima negativa o bajo autoconcepto.
3.- Ser impulsivo y no ser capaz de posponer una experiencia gratificante.
4.- Estados de ánimo depresivos, de angustia o nerviosismo.
5.- No disponer de un mecanismo de auto-regulación que mantenga un equilibrio entre la ingesta de calorías y el gasto energético.
6.- Sentimientos de incapacidad para controlar la propia vida.
7.- Dar demasiada importancia a los mensajes que provienen del entorno social y de los medios de comunicación.
8.- Confundir ansiedad nerviosa con deseo de comer, usar el acto de comer como distractor de la ansiedad.

¿Podemos considerar que existe un perfil propio de la persona que siempre tiene hambre?

El mecanismo del hambre está controlado por una glándula llamada hipotálamo. Esta actúa cuando el nivel energético de las células disminuye provocando que el cerebro emita un mensaje “necesito comer”, provocando en el estómago una sensación de vacío. El problema aparece cuando una vez solventada esta deficiencia energética de las células, el hipotálamo sigue enviando la orden de comer cuando recibe unos determinados estímulos, tanto visuales como psicológicos.

Hay un tipo de personas o grupos sociales que presentan más tendencia a comer más de la cuenta y por motivos que nada tienen que ver con tener hambre:

-       El caso de mujeres que se pasan el día en casa y la forma que tienen de liberar las tensiones y, por el bajo esfuerzo que comporta por su disponibilidad, van picoteando durante todo el día, a pesar que durante las comidas regulares estén siguiendo una dieta.
-       Personas que comen correctamente durante la jornada laboral, pero cuando llegan a casa se estiran en el sofá y compensan el estrés del trabajo comiendo delante de la tele.
-     Personas que “comen para curar las penas”, para compensar la soledad, por aburrimiento, por una desilusión…. para llenar el vacío que sienten.
-         Personas que por su ritmo de trabajo se acostumbran a comer de forma desordenada.






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