El vacío existencial es
una de las patologías que más auge tiene en nuestra época y que sigue siendo la
eterna desconocida. Al contrario de los animales, el ser humano pasa por una
doble condición de pérdida: por un lado porque los instintos no nos dicen lo
que tenemos que hacer (o no sabemos escucharlos), y por otro lado, porque las
costumbres no nos indican lo que se tendría que hacer; y de forma añadida muchas
veces ni tan solo sabemos lo que queremos.
En esta situación la
depresión puede ser el signo, el timbre de alarma de un vacío existencial, una
señal de que algo está pasando a nivel del “yo” interno.
La persona siente que
no sabe disponer de su tiempo libre o del ocio productivo, lo que conduce al “estado
depresivo dominical” o de fin de semana. Luego, la persona se dedica a hacer lo
que los demás hacen (conformismo) o lo que le manden hacer.
¿Es
el vacío existencial resultado de nuestra sociedad altamente socializada?
En gran parte sí. Nos
encontramos en una sociedad en que se anhela el alto bienestar material, el
confort, el culto al cuerpo y que desvalora todo aquello que sea una falta de
confort, dolor o sufrimiento.
Pero esta sociedad tiene
otro tema pendiente y no resuelto, la soledad, cada vez más acentuada sobretodo
en las grandes ciudades. La tecnología que ha llegado a límites increíbles
conectando a todo el mundo, no ha conseguido que la gente se comunique más,
sino todo lo contrario.
La humanidad está
perdiendo su capacidad para dirigir su vida dentro de una sociedad cada vez más
tecnificada y acaba dejándose llevar por ella.
Todo ello lleva parejo
un incremento del vacío existencial.
Pero,
¿qué es el vacío existencial?
Se trata de un estado
afectivo-espiritual en el cual la persona no conoce el motivo de su existencia.
La ausencia de sentido de la propia vida, el hecho de creer no tener una razón
para vivir, provocan miedo, desesperación y sufrimiento, lo que conlleva muchas
veces a un aumento de la adición a las drogas, al hastío, la depresión y la
agresividad.
El vacío existencial se
manifiesta sobretodo en forma de aburrimiento, en un estado apático y de
negatividad, tan habitual en nuestra época. En otros casos, esta frustración
existencial no se manifiesta, sino que queda latente o enmascarada. Este es el
caso de aquellas personas que ocupan cada minuto del día en actividades que no
le permiten tiempo para el ocio, intentando así calmar su vacío interior. Son
personas que huyen de sí mismas ante la ansiedad que les genera ese vacío. Se
podría considerar el ritmo acelerado de la vida actual como un intento de
automedicación, aunque inútil, de la frustración existencial. Cuanto más
desconoce una persona el objetivo de su vida, más acelera el ritmo que le da a
esta.
La
crisis existencial.
En general una crisis
es una situación en la cual la persona no puede afrontar una nueva situación
con los recursos que conoce.
Las crisis que afectan
a las personas se suelen clasificar en crisis de desarrollo (adolescencia,
etapas de cambios fisiológicos, etc.) y crisis circunstanciales.
Pero el problema de las
crisis existenciales es que tienen una serie de características especiales que
hace que resulten difíciles de clasificar en uno u otro lado, ya que presentan
características de los dos tipos.
La crisis existencial
no tiene necesariamente una relación con escoger una carrera, una profesión,
casarse, tener hijos o sufrir una enfermedad. Sí tiene una relación con las “necesidades
de autorrealización” de la persona. Además llevan implícito un cambio en la
visión general de la persona respecto a la vida y a los demás.
Características
que permiten identificar una crisis existencial.
1.-
La pregunta existencial.
Por norma general esta
crisis empieza a partir de una pregunta al estilo de “ ¿Cuál el sentido de mi
vida?”, o “¿ Qué hago en este mundo?”, o bien una sucesión de preguntas sin
respuesta enfocadas en el propio futuro, aunque el hecho de hacerse esas
preguntas no implica necesariamente el inicio de una crisis existencial, ya que
ésta se inicia cuando se busca de forma persistente la respuesta.
2.-
Búsqueda de la respuesta.
La propia persona puede
encontrar la respuesta en sí misma en ocasiones; en otras la buscará en
alguien, también en un sistema de creencias, en libros, etc.
Es importante señalar que la crisis
existencial implica “buscar” de forma activa la respuesta, no limitarse a “preguntar” y de forma pasiva esperar la
respuesta.
3.-
Cuando se encuentran las respuestas: el proyecto vital.
Este proyecto se
elabora a partir de buscarle un motivo a nuestra vida, por el hecho de ponernos
unas metas hacia donde avanzar.
Muchas veces la
elaboración de un proyecto vital supone la pérdida de otro proyecto anterior, y
mientras se abandona éste último, se pasa por una etapa de pérdida, de
desconcierto y de replanteamientos vitales constantes. Esto no ocurre si
anteriormente no había un proyecto definido o se estaba disconforme con el que
había.
4.-
Se produce un acontecimiento precipitante, que suele ser un suceso bien
definido y puntual, que la persona recuerda posteriormente como un suceso
clave.
5.-
Tiene diferente intensidad según cada persona.
Existen personas en las
cuales la crisis es muy puntual y definida. Se observa cuando se trata de
alguien que ha sufrido un cambio muy importante que, evidentemente, no pude ser
atribuido a cambios madurativos fisiológicos, como la pubertad, la menopausia,
etc.
En otros casos el
cambio es más gradual y pude durar meses o unos pocos años.
6.-
No todo el mundo pasa por una situación de crisis existencial.
Dentro del grupo de
personas que no la pasan nunca se dan dos posibilidades:
a.- Aquellas personas
que han tenido siempre su vida orienta al qué querían hacer, llegando al final
de su vida a un balance positivo de su existencia.
b.- Aquellas personas que
cuando realizan un repaso de su vida se arrepienten de la vida que han llevado,
calificando su existencia como vacía. En estos casos sí deberían haber pasado
por una crisis existencial, pero por cualquier motivo la “aparcaron”.
7.-
No existe edad de aparición, y no necesariamente coincide con números redondos
(crisis de los 40, 50, 60,…).
La única etapa en la
cual se puede afirmar que no se producen crisis existenciales es durante la
infancia, del nacimiento a la pubertad. Puede producirse traumas por diferentes
causas, pero no serían crisis existenciales.
8.-
Por norma general se da una única crisis en la vida, que permiten dividir la
existencia en un antes y un después.
9.-
El desenlace puede ser positivo o negativo.
Cuando la resolución es
positiva, permite a la persona dar un sentido a su vida a través de su proyecto
vital.
Cuando la resolución es
negativa puede conducir a la depresión u otras patologías que probablemente se
encuentren latentes, siendo la crisis el suceso precipitante.
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