jueves, 31 de marzo de 2016

El vacío y la crisis existencial




El vacío existencial es una de las patologías que más auge tiene en nuestra época y que sigue siendo la eterna desconocida. Al contrario de los animales, el ser humano pasa por una doble condición de pérdida: por un lado porque los instintos no nos dicen lo que tenemos que hacer (o no sabemos escucharlos), y por otro lado, porque las costumbres no nos indican lo que se tendría que hacer; y de forma añadida muchas veces ni tan solo sabemos lo que queremos.
En esta situación la depresión puede ser el signo, el timbre de alarma de un vacío existencial, una señal de que algo está pasando a nivel del “yo” interno.
La persona siente que no sabe disponer de su tiempo libre o del ocio productivo, lo que conduce al “estado depresivo dominical” o de fin de semana. Luego, la persona se dedica a hacer lo que los demás hacen (conformismo) o lo que le manden hacer.

¿Es el vacío existencial resultado de nuestra sociedad altamente socializada?
En gran parte sí. Nos encontramos en una sociedad en que se anhela el alto bienestar material, el confort, el culto al cuerpo y que desvalora todo aquello que sea una falta de confort, dolor o sufrimiento.
Pero esta sociedad tiene otro tema pendiente y no resuelto, la soledad, cada vez más acentuada sobretodo en las grandes ciudades. La tecnología que ha llegado a límites increíbles conectando a todo el mundo, no ha conseguido que la gente se comunique más, sino todo lo contrario.
La humanidad está perdiendo su capacidad para dirigir su vida dentro de una sociedad cada vez más tecnificada y acaba dejándose llevar por ella.
Todo ello lleva parejo un incremento del vacío existencial.

Pero, ¿qué es el vacío existencial?
Se trata de un estado afectivo-espiritual en el cual la persona no conoce el motivo de su existencia. La ausencia de sentido de la propia vida, el hecho de creer no tener una razón para vivir, provocan miedo, desesperación y sufrimiento, lo que conlleva muchas veces a un aumento de la adición a las drogas, al hastío, la depresión y la agresividad.
El vacío existencial se manifiesta sobretodo en forma de aburrimiento, en un estado apático y de negatividad, tan habitual en nuestra época. En otros casos, esta frustración existencial no se manifiesta, sino que queda latente o enmascarada. Este es el caso de aquellas personas que ocupan cada minuto del día en actividades que no le permiten tiempo para el ocio, intentando así calmar su vacío interior. Son personas que huyen de sí mismas ante la ansiedad que les genera ese vacío. Se podría considerar el ritmo acelerado de la vida actual como un intento de automedicación, aunque inútil, de la frustración existencial. Cuanto más desconoce una persona el objetivo de su vida, más acelera el ritmo que le da a esta.

La crisis existencial.

En general una crisis es una situación en la cual la persona no puede afrontar una nueva situación con los recursos que conoce.
Las crisis que afectan a las personas se suelen clasificar en crisis de desarrollo (adolescencia, etapas de cambios fisiológicos, etc.) y crisis circunstanciales.
Pero el problema de las crisis existenciales es que tienen una serie de características especiales que hace que resulten difíciles de clasificar en uno u otro lado, ya que presentan características de los dos tipos.
La crisis existencial no tiene necesariamente una relación con escoger una carrera, una profesión, casarse, tener hijos o sufrir una enfermedad. Sí tiene una relación con las “necesidades de autorrealización” de la persona. Además llevan implícito un cambio en la visión general de la persona respecto a la vida y a los demás.

Características que permiten identificar una crisis existencial.

1.- La pregunta existencial.
Por norma general esta crisis empieza a partir de una pregunta al estilo de “ ¿Cuál el sentido de mi vida?”, o “¿ Qué hago en este mundo?”, o bien una sucesión de preguntas sin respuesta enfocadas en el propio futuro, aunque el hecho de hacerse esas preguntas no implica necesariamente el inicio de una crisis existencial, ya que ésta se inicia cuando se busca de forma persistente la respuesta.

2.- Búsqueda de la respuesta.
La propia persona puede encontrar la respuesta en sí misma en ocasiones; en otras la buscará en alguien, también en un sistema de creencias, en libros, etc.
   Es importante señalar que la crisis existencial implica “buscar” de forma activa la respuesta, no limitarse a  “preguntar” y de forma pasiva esperar la respuesta.

3.- Cuando se encuentran las respuestas: el proyecto vital.
Este proyecto se elabora a partir de buscarle un motivo a nuestra vida, por el hecho de ponernos unas metas hacia donde avanzar.
Muchas veces la elaboración de un proyecto vital supone la pérdida de otro proyecto anterior, y mientras se abandona éste último, se pasa por una etapa de pérdida, de desconcierto y de replanteamientos vitales constantes. Esto no ocurre si anteriormente no había un proyecto definido o se estaba disconforme con el que había.

4.- Se produce un acontecimiento precipitante, que suele ser un suceso bien definido y puntual, que la persona recuerda posteriormente como un suceso clave.

5.- Tiene diferente intensidad según cada persona.
Existen personas en las cuales la crisis es muy puntual y definida. Se observa cuando se trata de alguien que ha sufrido un cambio muy importante que, evidentemente, no pude ser atribuido a cambios madurativos fisiológicos, como la pubertad, la menopausia, etc.
En otros casos el cambio es más gradual y pude durar meses o unos pocos años.

6.- No todo el mundo pasa por una situación de crisis existencial.
Dentro del grupo de personas que no la pasan nunca se dan dos posibilidades:
a.- Aquellas personas que han tenido siempre su vida orienta al qué querían hacer, llegando al final de su vida a un balance positivo de su existencia.
b.- Aquellas personas que cuando realizan un repaso de su vida se arrepienten de la vida que han llevado, calificando su existencia como vacía. En estos casos sí deberían haber pasado por una crisis existencial, pero por cualquier motivo la “aparcaron”.

7.- No existe edad de aparición, y no necesariamente coincide con números redondos (crisis de los 40, 50, 60,…).
La única etapa en la cual se puede afirmar que no se producen crisis existenciales es durante la infancia, del nacimiento a la pubertad. Puede producirse traumas por diferentes causas, pero no serían crisis existenciales.

8.- Por norma general se da una única crisis en la vida, que permiten dividir la existencia en un antes y un después.

9.- El desenlace puede ser positivo o negativo.
Cuando la resolución es positiva, permite a la persona dar un sentido a su vida a través de su proyecto vital.
Cuando la resolución es negativa puede conducir a la depresión u otras patologías que probablemente se encuentren latentes, siendo la crisis el suceso precipitante.


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