lunes, 20 de febrero de 2017

La depresión en la adolescencia.



          ¿Existen diferencias entre la depresión en la adolescencia y la depresión en la edad adulta?

Muchas veces la forma en que se manifiesta exteriormente la depresión es diferente en jóvenes y adultos. El adolescente presenta frecuentemente agresividad e irritabilidad como síntomas predominantes, hecho que produce un retraso en el diagnóstico, y que pueda pasar desapercibido. Además, los jóvenes, tienen poca predisposición para expresar de forma precisa su estado anímico y no siempre dan la impresión de estar tristes.

       La depresión juvenil, a diferencia de la adulta, comporta más problemas interpersonales y de baja autoestima.

        Existe una alta correlación entre la depresión juvenil y el mal funcionamiento familiar.

     El problema de la depresión juvenil ha cobrado importancia como consecuencia de una problemática relacionada, el aumento a edad más temprana, del consumo de alcohol y drogas, así como el aumento de la violencia y conductas peligrosas como forma de descargar el estrés.


            Causas que pueden llevar a un adolescente a la depresión.

-  Vivir con mucha presión.
-  Haber experimentado una pérdida.
-  Sufrir déficits de atención, de aprendizaje o en la conducta.
-  La presión que impone una sociedad que no tolera el fracaso, que exige sobre-límites y que incita a la competencia y el materialismo.
-  Ansiedad.
-  Estado depresivo subclínico.
-  Una pobre imagen corporal relacionada con una baja autoestima.
-  Problemas académicos.
-  Discapacidad física, aunque sea leve, o mala condición de salud física.
-  Relaciones conflictivas, ya sea con los compañeros o con los progenitores.
-  Consumo de alcohol y drogas.
-  Componentes genéticos y/o hereditarios


         ¿Existe un perfil característico de personalidad con tendencia a la depresión en adolescentes?

Existen una serie de rasgos que favorecen la depresión juvenil, éstos son:
  
-        Presencia de un aislamiento social debido a una pobre comunicación, el caso de jóvenes que ya desde pequeños les costaba comunicarse con sus compañeros.
-          Baja autoestima, lo que les hace dependientes de un líder.
-          Alto sentimiento de culpabilidad.
-          Sensibilidad extrema hacia el rechazo y el fracaso.
-          Alta exigencia en sí mismo, auto-imposición de metas muy altas, que muchas veces no se pueden lograr, confirmando así su hipótesis de que no sirven para nada.
-          Dificultad en sus relaciones, que excusan con un comportamiento hostil.

Muchas veces la forma que tienen los jóvenes de “huir” de su malestar cuando se sienten deprimidos, junto con el hecho de que se sienten incomprendidos, les lleva de lleno al abuso de drogas y alcohol. Esto les levanta “falsamente” el ánimo, les permiten evadirse de la realidad y les facilita la socialización.

Respecto a este tema cabe diferenciar el joven que toma sustancias porque se siente deprimido, que aquel que presenta depresión como consecuencia del consumo de sustancias. Una forma de diferenciarlo es el hecho de que el trastorno de ánimo inducido por el consumo de sustancias se disipa con la abstinencia, cosa que no ocurre con el trastorno depresivo primario.





jueves, 9 de febrero de 2017

El TDAH. Un enfoque biológico



 TDAH, siglas de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, se caracteriza por una serie de conductas que, como su nombre indica, afectan a la atención y producen un comportamiento hiperactivo.
 
Detrás de estas conductas encontramos tres neurotransmisores altamente relacionados con ellas: La Dopamina, la Norepinefrina o Noradrenalina y la Serotonima.

El hecho de que el TDAH tenga una causa fuertemente orgánica la haN aprovechado, como siempre, las empresas farmacéuticas para elaborar fármacos que “controlen” a estos neurotransmisores, al igual que en su momento hicieron con la ansiedad y la depresión y así poder engrandecer sus arcas.

Las dos “drogas” más usadas en niños y adolescentes son el Metilfenidato (estimulante que aumenta la concentración de Dopamina) y la Atomoxetina y antidepresivos tricíclicos (no estimulantes que aumentan la concentración de Noradrenalina).

Pero, ¿es estrictamente necesario el uso de fármacos neurológicos para tratar el TDAH?

Rotundamente NO.

La ansiedad y la depresión, comparten el desequilibrio de los mismos neurotransmisores, entre otros. Y bien es conocido que existen multitud de terapias no farmacológicas para su tratamiento. Terapias que también inciden en el equilibrio de estos transmisores, auto-regulación que consigue el propio organismo con cambios conductuales, alimenticios y de pensamiento.

El cuerpo humano tiene una alta capacidad para auto-regularse que debemos usar antes de optar por la farmacología, que no deja de ser una gran industria capitalista y cuyos intereses primordiales no son la salud, sino su incremento patrimonial.

Volviendo al TDAH, cabe señalar que recientes estudios muestran un 40% de “falsos” positivos, o sea, niños y adolescentes que han sido mal diagnosticados. Este es un porcentaje muy elevado cuando se habla de diagnóstico. El uso de fármacos indebidos en un cuerpo que aún se está desarrollando puede incidir de manera muy perjudicial sobre él.

Con eso no quiero decir que existan casos muy extremos en los que el uso de fármacos sea necesario, pero el porcentaje de éstos está muy por debajo del porcentaje de niños actualmente medicados.


Con eso, una reflexión: Estamos en la era de “la pastilla”, una para cada cosa, porque es la forma más cómoda y rápida de solventar los problemas. De esta manera nuestro cuerpo pierde su potencial de auto-regulación. Antiguamente los problemas “mentales” se trataban con descargas en el cerebro. La razón de tales descargas era “equilibrabar” neurotransmisores, lo mismo que con las “pastillas”, y ya sabemos cómo terminaron dichas terapias.