jueves, 9 de febrero de 2017

El TDAH. Un enfoque biológico



 TDAH, siglas de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, se caracteriza por una serie de conductas que, como su nombre indica, afectan a la atención y producen un comportamiento hiperactivo.
 
Detrás de estas conductas encontramos tres neurotransmisores altamente relacionados con ellas: La Dopamina, la Norepinefrina o Noradrenalina y la Serotonima.

El hecho de que el TDAH tenga una causa fuertemente orgánica la haN aprovechado, como siempre, las empresas farmacéuticas para elaborar fármacos que “controlen” a estos neurotransmisores, al igual que en su momento hicieron con la ansiedad y la depresión y así poder engrandecer sus arcas.

Las dos “drogas” más usadas en niños y adolescentes son el Metilfenidato (estimulante que aumenta la concentración de Dopamina) y la Atomoxetina y antidepresivos tricíclicos (no estimulantes que aumentan la concentración de Noradrenalina).

Pero, ¿es estrictamente necesario el uso de fármacos neurológicos para tratar el TDAH?

Rotundamente NO.

La ansiedad y la depresión, comparten el desequilibrio de los mismos neurotransmisores, entre otros. Y bien es conocido que existen multitud de terapias no farmacológicas para su tratamiento. Terapias que también inciden en el equilibrio de estos transmisores, auto-regulación que consigue el propio organismo con cambios conductuales, alimenticios y de pensamiento.

El cuerpo humano tiene una alta capacidad para auto-regularse que debemos usar antes de optar por la farmacología, que no deja de ser una gran industria capitalista y cuyos intereses primordiales no son la salud, sino su incremento patrimonial.

Volviendo al TDAH, cabe señalar que recientes estudios muestran un 40% de “falsos” positivos, o sea, niños y adolescentes que han sido mal diagnosticados. Este es un porcentaje muy elevado cuando se habla de diagnóstico. El uso de fármacos indebidos en un cuerpo que aún se está desarrollando puede incidir de manera muy perjudicial sobre él.

Con eso no quiero decir que existan casos muy extremos en los que el uso de fármacos sea necesario, pero el porcentaje de éstos está muy por debajo del porcentaje de niños actualmente medicados.


Con eso, una reflexión: Estamos en la era de “la pastilla”, una para cada cosa, porque es la forma más cómoda y rápida de solventar los problemas. De esta manera nuestro cuerpo pierde su potencial de auto-regulación. Antiguamente los problemas “mentales” se trataban con descargas en el cerebro. La razón de tales descargas era “equilibrabar” neurotransmisores, lo mismo que con las “pastillas”, y ya sabemos cómo terminaron dichas terapias.


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