TDAH, siglas de
Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, se caracteriza por una
serie de conductas que, como su nombre indica, afectan a la atención y producen
un comportamiento hiperactivo.
Detrás de estas conductas
encontramos tres neurotransmisores altamente relacionados con ellas: La Dopamina,
la Norepinefrina o Noradrenalina y la Serotonima.
El hecho de que el TDAH
tenga una causa fuertemente orgánica la haN aprovechado, como siempre, las
empresas farmacéuticas para elaborar fármacos que “controlen” a estos
neurotransmisores, al igual que en su momento hicieron con la ansiedad y la
depresión y así poder engrandecer sus arcas.
Las dos “drogas” más
usadas en niños y adolescentes son el Metilfenidato (estimulante que aumenta la
concentración de Dopamina) y la Atomoxetina y antidepresivos tricíclicos (no
estimulantes que aumentan la concentración de Noradrenalina).
Pero, ¿es estrictamente
necesario el uso de fármacos neurológicos para tratar el TDAH?
Rotundamente NO.
La ansiedad y la
depresión, comparten el desequilibrio de los mismos neurotransmisores, entre
otros. Y bien es conocido que existen multitud de terapias no farmacológicas
para su tratamiento. Terapias que también inciden en el equilibrio de estos
transmisores, auto-regulación que consigue el propio organismo con cambios
conductuales, alimenticios y de pensamiento.
El cuerpo humano tiene
una alta capacidad para auto-regularse que debemos usar antes de optar por la
farmacología, que no deja de ser una gran industria capitalista y cuyos
intereses primordiales no son la salud, sino su incremento patrimonial.
Volviendo al TDAH, cabe
señalar que recientes estudios muestran un 40% de “falsos” positivos, o sea,
niños y adolescentes que han sido mal diagnosticados. Este es un porcentaje muy
elevado cuando se habla de diagnóstico. El uso de fármacos indebidos en un
cuerpo que aún se está desarrollando puede incidir de manera muy perjudicial
sobre él.
Con eso no quiero decir
que existan casos muy extremos en los que el uso de fármacos sea necesario, pero el
porcentaje de éstos está muy por debajo del porcentaje de niños actualmente
medicados.
Con eso, una reflexión:
Estamos en la era de “la pastilla”, una para cada cosa, porque es la forma más
cómoda y rápida de solventar los problemas. De esta manera nuestro cuerpo
pierde su potencial de auto-regulación. Antiguamente los problemas “mentales”
se trataban con descargas en el cerebro. La razón de tales descargas era “equilibrabar”
neurotransmisores, lo mismo que con las “pastillas”, y ya sabemos cómo terminaron
dichas terapias.
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