Cada
vez es más habitual hablar de alergias en nuestro día a día, sobre todo en el
caso de los más pequeños. Nos encontramos con múltiples reacciones alérgicas
que antes no eran tan comunes o tan extendidas. ¿A qué se debe este cambio?
Hemos pasado a un
concepto de medio como un entorno que debe ser totalmente aséptico, basta ver
la publicidad que se emite sobre desinfectantes para todo, sobre todo cuando
hay niños. Un hogar completamente libre de patógenos ha provocado que las
personas crezcan sin contacto alguno con los actuales alérgenos.
Está claro que si a un
bebito se le cae el “pipo” en medio de
una calle que esté sucia, este debe de ser bien limpiado y desinfectado;
pero si el mismo “pipo” cae en un entorno “relativamente limpio”, como puede
ser un bosque, éste solamente se tendría que frotar para quitar las piedras o
las hojas adheridas y dársela otra vez al bebito. De esta manera, ya desde
pequeños se está en contacto con microorganismos no patógenos, así su cuerpo
los detectará como a tales y adquirirá una resistencia natural cuando éste sea
mayor.
Nuestro sistema
inmunológico es muy preciso, siempre y cuando le permitamos evolucionar y para
ello debemos dejarlo que aprenda estando en contacto con diferentes microorganismos
y partículas con los cuales convivimos. Si a este sistema lo aislamos del
exterior no se va a formar correctamente y aparecerán las alergias, que es
cuando el sistema inmunológico no reconoce al microorganismo o partícula y
reacciona de forma desproporcionada.
Lo mismo pasa con los
desinfectantes del hogar. Hemos pasado de la limpieza a la desinfección
estricta y lo que hemos provocado es que los microorganismos son cada vez más
resistentes. La evolución natural conlleva la supervivencia de los más fuertes,
si nosotros eliminamos las cepas más débiles a base de desinfectar
constantemente, estamos creando unas cepas más fuertes y resistentes de bacterias.
Cuando éstas tengan contacto con una persona en la cual su sistema inmunológico
no presenta un recuerdo por repetida exposición, nos vamos a encontrar con una
reacción de sobrestimulación de la respuesta inmunitaria, o sea una alergia.
Antes era habitual que
cuando un niño jugaba con arena, lo primero que hiciera era agarrar un puñado,
y a la boca, sin que esto fuera un inconveniente para el adulto que lo
estuviera observando. Esta era la manera de poner en contacto el entorno con el
niño y poder crear una impronta inmunológica.
Si se aísla a un niño
del polen porque estornuda un poco, estás creando una alergia cuando sea mayor.
Si desinfectas la casa con productos químicos agresivos, lo estás privando del
contacto con elementos que lo
fortalecerán y además estás creando bacterias muy resistentes.
El hecho de administrar
antihistamínicos ante una respuesta leve tampoco ayuda mucha. Un
antihistamínico sólo debería de ser administrado cuando el cuerpo no reacciona
correctamente o la respuesta es desproporcionada. Si ante la pequeña urticaria
anulamos el proceso natural de respuesta, lo acabaremos anulando por completo y
a la larga el cuerpo será incapaz de responder.
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