lunes, 4 de julio de 2016

En Psicología ni te pongas una etiqueta, ni que te la pongan. Te harás víctima de ella.



Primero voy a distinguir la etiqueta social de la psicológica. La etiqueta social es aquella que nos hace pertenecer a un grupo afín y no vernos como seres separados del resto.  Y la psicológica es aquella que nos encasilla en una patología de forma crónica y sin posibilidad de cambio, a pesar que nos pueda definir de forma clara y comprensible.

Desde mi experiencia psicológica podría mencionar muchísimas “etiquetas” con las que ha llegado la gente a mi consulta: que si tengo ansiedad crónica, depresión crónica, fibromialgia, TDAH, y las múltiples que han ido apareciendo.

Voy a poner un ejemplo: imagínate que cada día te clavas un cuchillo en el brazo y te produces una herida. Imagina que hay un manual que, fijándose solo en la herida, la define, la concreta y le pone un nombre (etiqueta). Ya sabes lo que pasa, ya sabes lo tienes, pero te pierdes un detalle muy importante. No es la herida la que te define, sino la repetición de la conducta, el clavarte el cuchillo cada día, lo que la provoca. Si cambias tu conducta inicial y dejas de clavarte el cuchillo, desaparecerá la herida y dejará de ser crónica. Pero para ello no cabe la etiqueta "clavador/a de cuchillos en tu brazo" ya que lo único que haria sería perpeturla.

Está bien montar un sistema clasificatorio de los síntomas que se manifiestan para poder llevar una guía orientativa de cara a la evolución de la persona, pero de ahí a ponerle una etiqueta va un largo trecho.

Dentro de la Psicología es bien conocido el hecho de etiquetar a las personas con diagnósticos que conllevan cronicidad y, a veces, con malas intenciones guiadas por ideologías más que criticables: véase el uso de la etiqueta de homosexualidad como patología, o la histeria femenina que tanto citaba Freud.

No estoy de acuerdo en poner una etiqueta a cada cliente que entra en mi consulta, ya que a ellos a lo mejor les facilita el conocimiento de sí mismos porque se ven identificados con un nombre como el que tiene el colesterol alto o el que sufre diabetes, pero esto también los detiene para realizar un cambio.

Soy más de la opinión de que en psicología existen estados no etiquetas, y de que los estados como no son inmutables se pueden cambiar, a veces con más esfuerzo, a veces con menos.

Así que, no confundas jamás una etiqueta con un diagnóstico. La etiqueta te dará respuesta a lo que te pasa pero te anclará en ese estado. El diagnóstico té informará de lo que te pasa pero siempre tiene que ir acompañado de un “plan” para cambiar ese estado.


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