sábado, 18 de junio de 2016

La Naturaleza como fuente terapéutica.



Mucho se habla de la fuerza terapéutica de la Naturaleza, pero ¿en qué radica este poder de terapia?

La Naturaleza tiene una amplia composición cromática (de colores) con su consiguiente efecto como fuente natural de cromoterapia. A la vez dispone de los sonidos como fondos de relajación, como los pequeños saltos de agua, el sonido de los pájaros, el susurro de las hojas con el viento, etc.

Pero, ¿todos los lugares tienen el mismo potencial terapéutico? La respuesta es no.

Hay lugares con efectos terapéuticos mayores, y esto se debe a múltiples factores, como su forma orográfica, la presencia o no de agua y como se encuentra ésta (corriente o estancada), el tipo de vegetación, el tipo de roca (por la composición iónica), hacia dónde está orientado respecto a los puntos cardinales, etc. etc.

Por ejemplo, la cima de una montaña terminada en pico se encuentra más energizada que una montaña que termine en un llano, y ello es por una simple razón, el viento. Cuando el viento pasa por un pico lo carga de iones negativos (muy beneficiosos) que contrarrestan los positivos (perjudiciales), que predominan en las ciudades por el alto uso de aparatos eléctricos (entre otros factores). Estos mismos iones negativos se desprenden de la fotosíntesis de las plantas y del agua en movimiento. Como dijo Einstein a principios de s. XIX, las propiedades curativas del aire de la montaña de Davos eran debidas a la electricidad del aire.

Además existe un pequeño truco para saber si un lugar es más terapéutico que otro, busca una ermita. Sí, una pequeña ermita señala un punto de elevada energía porque la Iglesia, con sus conocimientos milenarios, muy anteriores a su historia, usa técnicas como el Feng shui para situar ermitas i monasterios. Y eso  crea la falsa asociación cuando la persona entra en ellos, que son los lugares los que dan paz y tranquilidad porque son “santos”, cuando en verdad dan paz y tranquilidad porque han sido construidos sobre puntos energéticos.

Así pues tenemos una herramienta terapéutica muy a mano que deberíamos utilizar más a menudo: la Naturaleza.

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