domingo, 19 de junio de 2016

El miedo al cambio te lleva a seguir con lo mismo.



Como cualquier ser vivo, animal o persona, una cosa que siempre nos ha asustado es  el cambio, aunque éste sea a mejor.

Estamos acostumbrados a las mismas cosas, los mismos sitios y las mismas personas con las que nos relacionamos, a lo que llamamos costumbre, por lo familiar que nos resulta.

Pero esta costumbre, que a veces más que costumbre es hastío, nos puede mantener estancados en el mismo sitio, aunque éste no nos agrade o, es más, nos resulte perjudicial.

Somos animales de costumbres, ya que el cerebro procesa lo que es familiar de una forma más rápida y cómoda. Pero lejos de ser seres cerebrales somos seres emocionales y las emociones no entienden de costumbres y razonamientos, entienden de intuición y de sentimientos, de lo que nos hace sentir bien aunque esto no sea nuestra costumbre.

Cuando en un momento de tu vida ves que lo que vives de forma racional no se adapta a lo que a tí te gustaría sentir, significa que has llegado a este punto, el punto del cambio. O sigues haciendo lo mismo, como una simple rutina, o te pones manos a la obra y apuestas por lo que quieres, por lo que sientes que quieres hacer.

Este momento del cambio, como cualquier crisis (término que ha sido muy negativizado) significa que es el momento de hacer algo nuevo, lo que te guste y te haga sentir mejor, pero sin miedo.

El miedo es la emoción que nos impide avanzar y que no sirve para nada, salvo que nos encontremos ante un león en la selva y nos ayude a salir corriendo.

Los miedos son los principales frenos en los avances personales. Este se dispara  ante el  hecho de salir de la zona de falso confort que a veces pensamos que tenemos, impidiendo que avancemos en la escuela vital que es la vida.

Si tu vida es plena, feliz y te sientes cien por cien con lo que haces y con la gente que te relacionas, pues perfecto, ya tienes los que buscas. Pero si tienes la sensación de que algo falla, de que no tienes lo que esperas, de que te resignas con lo que la vida te da, solo te queda una respuesta, sin miedo y con ilusión: El cambio.

Cambia tu vida, tus amistades (si hace falta), tu trabajo (si no te llena), tus conductas rutinarias, tus costumbres y tu forma de ver la vida. Porque aunque cueste entender de forma racional, solo cambiando lo que va mal se consigue lo que va mejor, y a veces, sin el esfuerzo que creemos que nos va a suponer.

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