No todo el mundo entiende que el cariño que se
siente por un animal sea el mismo que el que pueda sentirse por una persona.
Hay gente que el único cariño que llega a su alma es el que le proporciona de
forma incondicional el amigo no humano que lo acompaña.
Entender que se siente por un animal pasa por
vivirlo y sentirlo desde lo más profundo de tu alma. El que no conoce esta
forma de sentir, simplemente no lo entiende. Luego,
por más inri, aparece quien dice que no se puede comparar a un amigo no humano
con un hijo. Y, ¿por qué no?. ¿Quien es tan sabio y todopoderoso para poder
opinar qué siente cada persona y, es más, para juzgar lo que siente por y
para quien?.
Juzgar un sentimiento que se desconoce es como
comentar un libro que no se ha leído, por más que se argumente al respecto,
siempre adolecerá de falta de información y experiencia. Solo se aprende a querer
al ser que te acompaña, queriendo, y el que no tiene oportunidad, pierde una
parte de la experiencia que nos da la vida en esta realidad que llamamos
Tierra.
Aquí surge el problema de la incomprensión cuando
uno de nuestros compañeros de viaje, esos seres que nos acompañan y
complementan, pero que no tienen la etiqueta de calidad de “ser humano”, se van
y siguen su existencia en otro plano, fuera de nuestro alcance. Son comunes los
comentarios que, a veces para intentar paliar el dolor, hacen mucho daño, como
del tipo: “si sólo era un animal”;“¿si te lo tomas así por ellos que harás con
las personas?”; “pues coges otro y ya está”…..
Comentarios que duelen a la persona que está
pasando un duelo como si de un familiar se tratara, pero que topa con la
incomprensión y con, en determinados casos, lo más parecido al insulto y falta
de empatía.
El vínculo que se coge con un compañero de vida
no humano es algo que sólo se conoce, viviendo y experimentando lo que puede
llegar a sentirse. No es algo que se pueda explicar ni que se pueda comprender
si no has pasado por ello.
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