lunes, 1 de agosto de 2016

La eutanasia de nuestros amigos no humanos.


La eutanasia de nuestros amigos no humanos. La despedida. La importancia de la gente que nos acompaña en esta decisión.

Esta es la parte más complicada con nuestros amigos no humanos. Muchos de nosotros llevamos muchos años con la reivindicación del derecho a una eutanasia para las personas, como en el caso de Ramón Sampedro que despertó una sociedad “dormida” sobre este tema.

No queremos que las personas sufran, pero lo permitimos porque nos da más miedo su pérdida que su sufrimiento. Conducta muy egoísta, se mire como se mire.

En el caso de nuestros compañeros de vida no humanos, no tenemos esta tesitura ético-moral-política.
Con nuestros pequeñines no humanos tenemos la posibilidad de aliviarles un sufrimiento gratuito y que no lleva a ninguna parte. Bueno, a alguna parte sí, a la misma que podría llegar sin sufrir.

Pero, ¿cómo se queda la persona cuando toma esta decisión? Pues, evidentemente, mal, muy mal.

Es normal que, una vez practicada la eutanasia a nuestro compañero de camino, por su bien y para evitar su sufrimiento y porque su mirada nos pide que le aliviemos su último suspiro en esta realidad, aparezca en la persona el sentimiento de culpa y de duda por la decisión adoptada.

Siempre aparece la pregunta del millón “ ¿se podría haber hecho algo más?, ¿me precipité en mi decisión?......”. Estas son preguntas normales que surgen en la cabeza de la persona que antepone el sufrimiento de su compañero a su sufrimiento de pérdida. Los humanos, aunque a veces no lo tenemos en cuenta, compartimos con nuestra familia no humana, una cosa se llama “intuición”.

De la misma manera que ellos saben cuando no estamos bien, sin necesidad de contarles nuestra historia particular, nosotros también sabemos cuándo es su momento para partir. Alargar una vida unos días o unas horas si este tiempo comporta sufrir, sería el equivalente al maltrato por el que permitimos que pasen nuestros familiares con sólo conseguir un pedazo de tiempo en su compañía.

Extracto de nuestro Taller Como aceptar nuestra muerte y la de los demás.

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